Han Kang ‘La vegetariana’
Publicada originalmente en Corea del Sur en 2007, esta novela que engaña desde el inocente título (es todo lo contrario que una loa amable al abandono de la ingesta de carne) pasó sin pena de gloria en las letras mundiales hasta que obtuvo el Man Booker International Prize en 2016, después de ser traducida al inglés y a partir de ahí a otras lenguas. Es la historia de una mujer corriente, con una matrimonio más que mediocre y un marido abusador y alcohólico, que un día decide dejar de comer carne.
En efecto, un día su marido la descubre tirando toda la carne y el pescado a la basura y ve como Yeonghye (la protagonista, que es llamada “ella” en toda la novela, totalmente despersonalizada) decide no volver a comer otra cosa que vegetales. En un país como Corea del Sur, donde toda la dieta gira en torno a la carne y los productos animales, esta decisión supone una afrenta para su entorno y el despertar de los más feroces instintos entre los hombres que la rodean.
Paradójicamente, la protagonista, es la única que no tiene voz en estas páginas. En la primera parte, será el marido quien nos relate el comienzo de esta obsesión. La segunda parte será contada por su cuñado, un artista que es el único que ha encontrado la diferencia entre Yeonghye y las demás: una mancha en su dermis. La última parte, «Los árboles en llamas», está relatada por su hermana, que nos guiará hasta el desenlace. Estamos ante el silencio incomprendido de la vegetariana, que es interpretada por otros, como les ha sucedido en la historia de la humanidad a las mujeres.
La vegetariana, en ese rechazo de la carne, paulatinamente se irá separando de la comunidad humana, de la violencia y del canibalismo, en la búsqueda de la paz que sus sueños violentos, que ella achaca a comer carne, le impiden. En esa búsqueda de la paz, llegará hasta la autolesión y la degradación personal. La novela, se nos dice, es un canto a la no violencia y, sin embargo, la violencia que ejerce sobre su propio cuerpo será extrema y letal.
Como ha señalado algún crítico: «No es un manual de dieta, ni una defensa del veganismo ni un alegato animalista. Es una novela tan lírica como perturbadora, tan exquisita como plástica y tan delicada como brutal».
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